Promociones de Biomagnetismo Celular Integral mazatlan
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articulo de la revista Discovery salud
16/Apr/11
REPORTAJES
NÚMERO 76 / OCTUBRE / 2005
EL PAR BIOMAGNÉTICO: CÓMO TRATAR LAS ENFERMEDADES ¡CON DOS SIMPLES IMANES!
Según la Teoría del Par Biomagnético del doctor Isaac Goiz
buena parte de las enfermedades son producto de la combinación de
alteraciones fundamentales del pH en los órganos internos y la presencia
de virus y bacterias. De hecho, Goiz afirma que toda patología se
inicia en dos puntos relacionados entre sí que poseen las mismas
características bioenergéticas aunque estén situados en distintos
lugares del cuerpo. Es lo que llama “par biomagnético” y asevera que
mientras en uno de esos puntos se produce acidificación en el otro se
produce alcalinización. Y eso hace que ¡en uno se acumulen los virus y
en el otro las bacterias! Es más, asevera que basta colocar dos simples
imanes en esos puntos para que los virus y bacterias que pueden afectar
negativamente al organismo ¡pierdan su capacidad patógena!
Cuenta la leyenda que fue un pastor griego llamado Magnes
la primera persona en descubrir el poder de los imanes en Occidente. Se
dice que un día, mientras llevaba su rebaño a pastar, la punta férrica
de su bastón fue atraída de improviso por una gran piedra situada en
medio del camino. Y bien por superstición, bien porque tuvo una
inspiración genial, cuenta la leyenda que insertó pedazos de la piedra
en las suelas de sus sandalias y desde aquel momento pudo caminar largas
distancias sin experimentar fatiga. Sus contemporáneos llamaron tan la
extraña piedra “la piedra de Magnes” siendo de ahí de donde deriva la palabra magnet (inglés) y, por ende, magnético. Por otra parte, el término imán procede de la palabra latina adamas/adamantis que significa ‘piedra dura’.
Obviamente, la investigación sobre los efectos terapéuticos de los
imanes en la salud no se ha detenido desde entonces. Son reseñables por
ejemplo las investigaciones que hicieron los investigadores japoneses Takahashi y Nakagawa sobre su beneficio en dolores articulares; los trabajos del doctor J. M. Boboc en 1980 para el tratamiento del dolor de espalda; las investigaciones del doctor Baron
- reputado neurooftalmólogo y director de investigación en el CNRS
francés- que concluyeron en 1982 que los imanes eran muy eficaces para
tratar el síndrome mesencefálico (sus experimentos le llevaron a
descubrir el aspecto relajante del polo Norte de un imán); los trabajos
del doctor P. Orengo, un cirujano ortopédico que trató miles de patologías en las articulaciones con imanes y que en colaboración con el doctor M. T. Couchard demostró las propiedades contra el dolor del polo Norte de los imanes; los trabajos del doctor Valadequien
concluyó que eran muy eficaces en el tratamiento de los dolores de
cabeza (la neuralgia de Arnold); y los estudios efectuados en el
Hospital Saint Michel de París donde un equipo probó la efectividad de
los campos magnéticos en la parálisis facial. Sin olvidar los numerosos
trabajos sobre la eficacia de los campos magnéticos pulsantes de los que
hemos hablado ya varias veces en la revista (lea esos artículos en la
sección Reportajes de nuestra web: www.dsalud.com).
La verdad es que podríamos mencionar una interminable lista de trabajos
realizados sobre el magnetismo en todo el mundo pero no harían sino
confirmar lo ya descubierto... y desvelar que aún queda mucho por
descubrir. Y es que como ya hemos analizado en multitud de ocasiones en
nuestra revista, tanto con motivo de artículos sobre la antiquísima
Acupuntura como sobre las modernas tecnologías de diagnóstico y
tratamiento, la Moraterapia o el Papimi el ser humano no deja de ser un
complejo sistema electromagnético. Ahora bien, es preciso recordar que
los campos magnéticos son anteriores a los eléctricos ya que no precisan
un impulso inicial para su desarrollo y está en su naturaleza
comportarse como lo hacen. Dicho esto, hoy es sabido que cada órgano
genera su propio campo magnético y que éste está expuesto a continuos
estados de actividad y descanso así como a influencias externas como las
que llegan a través de la comida, la bebida, las emociones... ¡y la
contaminación electromagnética! Y que, obviamente, para mantener un
estado saludable es necesario que esos campos magnéticos se hallen en
equilibrio. Especialmente porque cualquier distorsión constante en el
campo magnético de un órgano durante cierto tiempo puede afectar
gravemente al mismo... ¡y a todo el organismo!
Y son desde luego muchos los campos externos con los que cada día le
toca al ser humano interactuar. El primer campo magnético con el que
nuestro organismo tiene que estar en perfecto equilibrio es el de
nuestro propio planeta. M. H. Halpern ya demostró su
importancia para los organismos vivos al aislar a ratones del campo
magnético terrestre introduciéndoles en jaulas especiales. El resultado
es que los ratones enfermaron rápidamente y en tres generaciones habían
muerto todos víctimas de distintos tipos de hipoplasia (una disminución
significativa del número de células en los tejidos del órgano afectado).
La NASA detectaría luego que al abandonar el campo magnético de la
Tierra los astronautas padecían la denominada “enfermedad espacial”
caracterizada por el desarrollo de osteoporosis y deficiencias en el
sistema inmune.
No debe extrañarnos pues que hoy sean cada vez más los investigadores
que se preguntan si el gran número de nuevas patologías que se
diagnostiscan -muchas de ellas articulares- no se deberá a la suma de la
disminución progresiva del campo magnético de la Tierra denunciada por
los investigadores japoneses Kawai y Ritake
(un 5% anual) y la enorme contaminación electromagnética que sufrimos.
En esta línea, ya en 1958, el antes mencionado doctor Nakawaka acuñó la
expresión “Síndrome de deficiencia de campo magnético” para
definir la dolencia de aquellos pacientes que presentan síntomas como
rigidez de hombros, espalda y base del cuello, dolor en la parte baja de
la espalda, migrañas, vértigos, sensación de pesadez, insomnio,
estreñimiento crónico, lasitud general y desequilibrio del sistema
nervioso autónomo. Nakagawa estaba convencido de que tales síntomas se
debían a un desequilibrio de los campos magnéticos de los pacientes y de
hecho obtenía muy buenos resultados cuando les sometía a tratamiento
con imanes.
“Todas las funciones biológicas –afirmó por su parte el cirujano francés Ornego- son
sumamente sensibles a la influencia de los campos magnéticos. Las
membranas, las mitocondrias intercelulares, las reacciones enzimáticas,
los fosfolípidos, el metabolismo basal... Todo confirma el concepto de
que la vida en la Tierra está sumergida en un mar de fuerzas magnéticas y
que la persistencia de vida depende de que esas fuerzas permanezcan
intactas.”
En resumen, la investigación acumulada hasta el momento demuestra que
los sistemas vivos son muy sensibles a los campos magnéticos y que sus
efectos alcanzan hasta el último rincón de nuestro organismo a causa del
carácter penetrante del magnetismo. Y precisamente porque el cuerpo
entero esta movido a nivel celular por impulsos eléctricos y los campos
magnéticos existen en cada una de sus células los imanes, adecuadamente
aplicados, ejercen un efecto positivo al equilibrar los campos
magnéticos. Lo que a la vista de lo que hoy sabemos podría contribuir a
corregir los desequilibrios metabólicos que están en el origen de buena
parte de las enfermedades. Hay que decir, sin embargo, que nunca hasta
ahora los imanes habían sido utilizados como propone el doctor mexicano Isaac Goiz. Lo explicamos.
EL DOCTOR ISAAC GOIZ
Isaac Goiz es el creador de la teoría del Par Biomagnético,
una concepción que supone un paso adelante en lo que hasta ahora se
conocía sobre el uso de imanes, su colocación y su relación con el pH. Y
es que con la colocación de los polos positivo y negativo de imanes
naturales de especial potencia en puntos concretos del organismo
interrelacionados entre sí Goiz ha conseguido aumentar los beneficios de
los campos magnéticos en un amplio rango de enfermedades. Obviamente,
como ocurre con muchas otras terapias novedosas, sus trabajos no han
sido aún estudiados por otros colegas y no cuentan por tanto con el
respaldo de la llamada “comunidad científica” –una entelequia, por
cierto, que sólo existe en la mente de algunos-. Así lo reconocía el
doctor J. K. Crellin -de la Universidad de New Foundland en Cánada y especialista en Historia de la Medicina- cuando tras conocer sus trabajos le contestó: “Su
teoría no puedo aceptarla en principio como una terapia y menos aún
certificar su efectividad a pesar del número de pacientes que usted ha
tratado; sin embargo, es digna de publicarse porque se está metiendo de
lleno en un capítulo totalmente nuevo, la Bionergética, e
independientemente de los resultados es el futuro de la Medicina y la
Medicina del futuro”.
Por el momento, además de su propia experiencia clínica y la conseguida
en otros países del mundo -sobre todo en Chile-, Goiz ha contado con el
aval de la Universidad de Loja (Ecuador) a los hallazgos que describió
en su obra El fenómeno tumoral sobre la etiología y tratamiento del cáncer, y la participación de virus y otros gérmenes en su desarrollo.
Médico cirujano, mientras trabajaba en el Instituto Nacional de Neumología
de México en 1970 Goiz se vio obligado -por severas deficiencias en el
suministro de materiales- a trabajar con prácticas médicas alternativas o
poco conocidas para él como la Acupuntura, la Auriculoterapia, la
Reflexología, la Enzimoterapia y otras que le convencieron de la
existencia de soluciones terapéuticas eficaces en el mundo de las
denominadas terapias alternativas. Posteriormente, en 1988, recibiría
una invitación para asistir al primer curso sobre Biomagnetismo que organizóla Sociedad de Medicinas Alternativasde Guadalajara (México) teniendo la oportunidad de oír hablar allí al doctorRichard Broeringmeyer
sobre terapias energéticas, la Terapia Polar y la importancia del pH en
la salud. Un conocimiento que sería la base que terminaría dando lugar a
su teoría del Par Biomagnético.
EL PH Y LOS IMANES
Como en su día explicamos cada órgano del cuerpo -y todos sus tejidos-
tienen un mayor o menor grado de acidez o alcalinidad. Algo que se
conoce midiendo la concentración de hidrógeno –es decir, el potencial de
hidrógeno, lo que abreviadamente conocemos como pH-. Se trata de un
dato útil porque la mayoría de las personas enfermas tienen un exceso de
iones electropositivos (toxinas, radicales libres...) que acidifican
las células, los órganos, la sangre y las secreciones. El pH normal de
la saliva de una persona con una dieta naturista libre de productos
químicos y que consume alimentos no procedentes de animales muertos es
igual al de la sangre: 7.4. Es decir:, ligeramente alcalino (el pH
neutro es de 7.0.) Sin embargo, la mayor parte de la gente enferma tiene
un pH que oscila entre 6.0 y 7.0 (de ácido a neutro). Y cuanto más
enfermos más ácido suele ser su pH. Así, las personas con cáncer
terminal o metástasis masiva tienen por lo general un pH muy ácido
(entre 5.5 y 6.0).
Son muchos los investigadores y médicos que sostienen que para buscar
el equilibrio cuando el organismo está acidificado éste hace básicamente
dos cosas: buscar las sustancias que precisa para contrarrestar los
radicales libres y expulsar del cuerpo toxinas (radicales libres y
toxinas son las dos principales causas de la acidificación). Es decir,
usa las vitaminas, minerales y oligoelementos antioxidantes que tiene a
su alcance y, paralelamente, se deshace de las toxinas a través de las
vías naturales de eliminación del cuerpo: las heces, la orina, las
mucosidades y el sudor. Proceso de desintoxicación que cuando es intenso
a veces da lugar a problemas dermatológicos –eccemas, acné, dermatitis,
psoriasis y otros desórdenes de la piel- al salir las toxinas a través
de la piel y que a veces es diagnosticado como una “enfermedad” cuando
en realidad no constituye sino la consecuencia del rápido proceso de
desintoxicación. Y otro tanto ocurre con las llamadas enfermedades
agudas o recurrentes que no serían en muchos casos sino la consecuencia
de las disfunciones que produce en tejidos y órganos la carencia de las
sustancias antioxidantes que el cuerpo se ha visto obligado a extraer de
ellos para combatir la acidificación –cuestión de prioridades- algo que
no habría tenido que hacer si la persona dotase periódicamente a su
cuerpo de ellas mediante una alimentación adecuada o una suplementación
inteligente. Evidentemente si esa aportación sigue sin tener lugar
durante mucho tiempo aparecen las llamadas enfermedades crónicas ya que
los tejidos y órganos empezarían a tener carencia de las sustancias que
el organismo se ve obligado a “robarles” para combatir la acidificación y
podrían producirse daños importantes que produzcan disfunciones.
La gran aportación de Goiz para tratar de solucionar la acidificación
es el uso de la influencia de los imanes sobre el intercambio celular de
iones. El proceso de desequilibrio del pH comienza a nivel celular con
el intercambio de iones a través de la membrana celular, acción
bioeléctrica que se da en todas las células del cuerpo. Pues bien, si
recogemos una muestra de sangre, eliminamos el fluido hasta quedarnos
sólo con los glóbulos rojos y acercamos un imán podremos ver al
microscopio cómo las células giran y apuntan en una dirección. El imán,
en pocas palabras, ¡polariza los iones de las células! (un ión es un
átomo con un electrón de más o de menos).
Es más, comprobaremos que el polo Sur fuerza a los fluidos a girar en
el sentido de las agujas del reloj, aumenta la producción de iones de
hidrógeno, ofrece una carga positiva (+) de energía, acelera la
actividad celular, refuerza los componentes ácidos, estimula la
producción de proteínas y acelera el proceso de maduración. El polo
Norte, en cambio, proporciona una carga negativa de energía (-), reduce
la velocidad de la actividad celular, incrementa la alcalinidad, actúa
para sosegar o inhibir el dolor, aumenta los iones de potasio, disminuye
los iones de calcio anormales y disminuye la concentración de iones de
hidrógeno. Desde este punto de vista, pues, puede afirmarse que el
principal efecto del magnetismo en la salud es actuar sobre el ión de
hidrógeno.
El caso es que Isaac Goiz decidió aplicar en la práctica diaria las
teorías de Broeringmeyer sobre la Terapia Polar del potencial de
hidrógeno, el deterioro de los órganos y los imanes. Sólo que ante la
imposibilidad tecnológica de conseguir una medición externa del pH
interior de nuestros órganos comenzó a trabajar con mediciones
indirectas. Y es que Broeringmeyer le había abierto la puerta al
documentar el uso de los tests musculares utilizados en Kinesiología
para diagnosticar con precisión el funcionamiento de las glándulas y
órganos del cuerpo, un método de diagnóstico a través del principio de
“respuesta muscular inteligente” que fue descubierto por el Dr. George Goodheart en los años sesenta.
“En 1988 –escribió Goiz- acepté que debido a la
interacción de un campo magnético de polaridad bien definida con la
carga biomagnética de un órgano éste se distorsiona hacia un pH anormal
alcalino y se produce un acortamiento del hemicuerpo derecho constatable
de forma objetiva; y que, por el contrario, el hemicuerpo derecho se
alarga ante la presencia de un órgano con pH acidótico. Las mediciones
se hacen en el hemicuerpo derecho porque el izquierdo no sufre estas
variaciones ya que es recorrido 80 veces por minuto en condiciones
normales por una corriente electromagnética generada por la actividad
autónoma del corazón y, por lo mismo, sirve como marco de referencia
bioenergética para entender e identificar los pares biomagnéticos”.
Recomendamos a quien dude de la eficacia de este tipo de tests
musculares un simple ejercicio casero: extienda hacia el lado un brazo
de forma perpendicular al cuerpo. Pídale luego a alguien que trate de
bajarlo mientras ofrece la mayor resistencia posible y observe el grado
de dificultad y resistencia. Coja ahora con la otra mano un recipiente
con un producto tóxico -por ejemplo, un frasco de amoníaco o de lejía-,
acérquelo al cuello y acto seguido realice otra vez el ejercicio
anteriormente propuesto. Comprobará que su fuerza mengua notablemente. Y
es que el campo tóxico interfiere decisivamente en su energía.
Pues bien, a partir de los métodos de diagnóstico que ofrece la
Kinesiología Goiz comenzó a trabajar sobre los efectos de los imanes en
el pH y en octubre de 1988 –trabajando con un enfermo de sida- daría con
un sorprendente descubrimiento: que en su cuerpo había dos puntos
concretos que se caracterizaban por tener distinta polaridad. Uno
ubicado en la parte media del esternón y otro en la parte distal del
coxis. A esos dos puntos –uno de polaridad positiva, el otro de
polaridad negativa- los denominaría “par timo-recto” y desde entonces
identifica el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (sida). El
posterior trabajo con miles de pacientes le llevaría a encontrarse con
que en la práctica totalidad de las enfermedades existen “pares
biomagnéticos”; es decir, que en cada patología existe un campo
magnético propio con sus polos “norte” y “sur” -como en una pila-. Y con
tiempo y paciencia identificó todos esos polos. Es más, descubriría que
el desequilibrio de esos campos magnéticos da origen a la aparición de
patologías concretas.
Según Goiz el polo positivo -que se genera por exceso de H+ (iones de
hidrogeno)- tiende hacía la acidificación y da lugar a la presencia y
desarrollo de virus. Por su parte, el polo negativo se genera por
déficit de H+ y por la presencia de radicales libres, tiende hacia la
alcalinidad y lo que propicia es la presencia y desarrollo de bacterias y
otros gérmenes.
De hecho, a día de hoy –como en el caso de los puntos de acupuntura- la
ubicación en el organismo de esos pares biomagnéticos está ya
completamente definida. Y constatada su relación con patologías
concretas. Los pares biomagnéticos descubiertos son cerca de 250.
“El par biomagnético puede definirse –escribiría Goiz- como
el conjunto de cargas que identifican una patología y que está
constituido por dos cargas principales de polaridad opuesta que se
forman a expensas de la alteración fundamental del pH de los órganos que
las soportan”.
Es decir, según Goiz cada enfermedad tiene su propio par biomagnético y
ello permite tratarla. ¿Cómo? Pues actuando sobre los polos adecuados
en cada caso mediante imanes. Luego volveremos sobre esto. Antes debemos
decir que de esa dualidad bioenergética se desprende -siempre según
Goiz- otro principio fundamental al que llamó Nivel Energético Normal
(NEM) y que define los límites bionergéticos en donde se llevan a cabo
correctamente todos los procesos metabólicos celulares de los organismos
humanos en estado de salud y que, en razón de temperatura, no pueden
salirse de un grado (de 36 a 37), en razón de su absorción
electromagnética está en el orden de los 400 amstrongs y en razón del pH
está muy próximo al valor neutro de la escala convencional con una
tolerancia de apenas tres décimas en ambos sentidos. En otras palabras,
para que el organismo funcione correctamente la temperatura del cuerpo
debe estar entre 36 y 37º, el pH entre 7,1 y 7,7 y el grado de absorción
electromagnética ser de alrededor de 400 amstrongs.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
Uno de los principales problemas con los que Goiz se encuentra para que
sus colegas acepten su trabajo es que hasta el momento la medición de
los polos biomagnéticos es de orden cualitativo e indirecto a través,
como ya se ha explicado, de la combinación de tests de Kinesología e
imanes. Dicho esto, hay que explicar que de acuerdo a los principios de
la práctica de la terapia -fruto del trabajo de muchos años por parte de
Goiz- la mejor forma de rastrear los polos biomagnéticos (la
enfermedad) es situar al paciente en decúbito supino sobre una base
firme, especialmente de madera o material aislante para evitar
interferencias con los imanes. Se aconseja que el paciente mantenga
puestos sus zapatos ya que éstos permiten valorar el acortamiento o la
elongación del miembro inferior derecho. Una vez tumbado el paciente
boca arriba se rastrean los puntos denominados de diagnóstico. Basta
colocar sobre ellos el polo negativo de un imán y comprobar en cada
ocasión si las piernas tienen la misma longitud o una parece más corta
que la otra. Para ello se toman los talones del paciente y se levantan
las piernas unos 30° ya que así es más fácil constatar cualquier
alteración. Si así sucede, es decir, si la pierna derecha parece más
corta que la otra –la diferencia puede oscilar entre 1 y 5 centímetros-
es que ese punto está alterado.
“La verdad–confiesa Goiz-es que no entendemos aún -cuando
lo entendamos se acabarán todas las enfermedades– por qué se polariza en
un instante todo un órgano hacia el lado positivo por exceso de iones,
cayendo en un estado de acidez en su totalidad y eso, a su vez,
condiciona -como consecuencia necesariamente lógica- la polarización de
otro órgano en sentido opuesto, es decir, hacia la alcalinidad por
déficit de hidrogeniones y presencia de radicales libres complejos con
polaridad negativa. Aun cuando las consecuencias finales de ambos polos
son las mismas, la degeneración de la materia, dicha degeneración es
diferente en su manifestación. En el caso de los polos biomagnéticos con
polaridad positiva la degeneración es de tipo retráctil o cicatricial y
en el segundo es de lisis y dispersión del tejido”.
Ahora, bien aunque es cierto que algunas enfermedades están
relacionadas especialmente con un par determinado, en general la gran
mayoría de las enfermedades implican más de un par biomagnético y por
tanto la participación sincrónica de distintos gérmenes, ya sea virus,
bacteria, hongos o parásitos. Sergio Córdova, director del Centro de Terapias Naturales Ohanien Santiago de Chile y uno de los centros con más experiencia en este campo nos confirmaría este punto:“Los
alumnos de Goiz frecuentemente encuentran alrededor de 7 pares en
promedio en cada sesión (dentro de los 250 pares posibles) pero también
es cierto que comúnmente se encuentran más de una dolencia ya sea
visible o en potencia. Curiosamente al propio Dr. Goiz le salen sólo 3
en promedio.”
Una vez encontrados los polos afectados se procede a buscar sus pares
en el dibujo donde Goiz tiene reflejados todos los pares biomagnéticos.
Luego basta colocar en ambos polos unos imanes naturales de una potencia
que puede oscilar entre los 1.000 y 50.000 gauss (son suficientes unos
veinte minutos). Según Goiz, como las cargas energéticas del par
biomagnético tienen la misma intensidad, el mismo número de partículas
elementales y la misma frecuencia bioenergética al enfrentar una carga
con su polaridad contraria se anulan -por efecto de la inducción
magnética- sus potenciales respectivos. ¡Y ello lleva a restaurar el
equilibrio natural del pH de los órganos afectados! Tras la sesión el
terapeuta podrá comprobar cómo las piernas recuperan su simetría normal
levantando las piernas del paciente.
En cuanto al número de sesiones depende del tipo de dolencia así como
de su gravedad y antigüedad pero la práctica parece indicar que una
secuencia inicial de tres sesiones -una a la semana- basta para obtener
una gran mejoría en la mayoría de los casos.
“Durante dos años y medio de práctica continua del Biomagnetismo con nuestros pacientes – nos contaría Sergio Córdova, director del Centro de Terapias Naturales Ohanien Santiago de Chile-hemos
podido constatar que la gran mayoría de las enfermedades siguen un
patrón común que comienza con la acumulación de conflictos emocionales
y/o estrés que producen una disminución de la eficiencia del sistema
inmunitario. Esto permite que proliferen microbios -virus, bacterias,
hongos y parásitos- que están parapetados en puntos específicos del
cuerpo y que se corresponden con los distintos pares biomagnéticos. Pues
bien, es en este nivel, en el que los gérmenes se han potenciado
combinándose de diversas formas, donde el Biomagnetismo tiene su acción
más visible y contundente. A pesar de que hemos visto resultados en una
amplia gama de enfermedades de difícil tratamiento con la medicina
oficial -cáncer, SIDA, diabetes, fibromialgia, esclerosis
múltiple, lupus eritematoso, artritis, psoriasis, hepatitis, herpes,
etc.- en una rápida encuesta nuestros ocho terapeutas en Biomagnetismo
refirieron notar mejores resultados en psoriasis, fibromialgia, cáncer,
diabetes y problemas estomacales y pulmonares diversos. Un reporte
curioso fue que todos ellos concordaron en haber sanado rápidamente
dolores de cabeza crónicos con el Biomagnetismo”.
IMANES Y MICROORGANISMOS
En este marco de relaciones entre cargas positivas-negativas y pH, Goiz
da un paso más. Afirma que cuando estos pares se desequilibran, en el
punto del par polo sur-positivo (de ambiente ácido) se encuentran
determinados virus mientras que en el punto del par polo norte-negativo
(de ambiente alcalino) se hallan ciertas bacterias. Virus y bacterias
han sido identificados por Goiz a lo largo de su investigación y puestos
en relación a través del campo magnético que forma cada par
biomagnético.
“De acuerdo al concepto teórico del Par Biomagnético –escribe Goiz- el
virus patógeno tiene dos elementos morfológicos: cápside y virón. El
primero con carga negativa puesto que se trata de una mucoproteína. Y el
segundo con carga positiva puesto que se trata de una porción de
nucleoproteína y, específicamente, de ADRN. En el polo positivo se
generan los virus patógenos o estructurales en su función de virón; y en
el negativo la mucoproteína que les es específica ya que en el polo
negativo o Norte las bacterias tienen pleno desarrollo y madurez y no se
ocupan de su propio metabolismo sino de hacer resonancia vibracional y
energética con los virus que les son afines y de producirles la proteína
cápside que los hacen patógenos”.
De esa manera Goiz logró establecer que entre ambos focos de virus y
bacterias existe una comunicación -en forma de ondas electromagnéticas-
que define como biorresonancia magnética y que permite una relación
energética entre dichos microorganismos de tal manera que cuando el
órgano se desequilibra se potencian su virulencia y capacidad de
resistencia frente a los anticuerpos del sistema inmune.
Siguiendo la teoría de Goiz y la relación entre el pH, la acidificación
y los microorganimos, cuando sobre los puntos correspondientes de los
pares origen de una determinada patología se colocan imanes de una
fuerza superior -de 1.000 a 50.000 gauss- el par biomagnético se
despolariza y la vuelta al equilibrio en el pH alterado supone -según la
Teoría Biomagnética- una interrupción de la retroalimentación
energética entre virus y bacterias. Esto, a su vez, produce el
exterminio de los mencionados microorganismos que pierden su sustento
energético. “Al inducir a los virus campos magnéticos superiores a 1.000 gauss -sostiene Goiz- pierden
su capacidad patógena y cede la sintomatología viral en tiempos
críticamente cortos. En el caso de las bacterias, al precisar éstas un
medio alcalino para su reproducción en el momento de su neutralización
ceden en su capacidad patógena”.
Expongamos algunos ejemplos de lo que Goiz afirma haber confirmado en
el tratamiento de pacientes durante los últimos 17 años. Por ejemplo, en
el caso de la diabetes Goiz sostiene que la mayor parte son “falsas
diabetes” producidas por microbios como estafilococos aureus, Chlamydia
Trachomatis, espiroquetas, algunos virus, salmonella typhi, amebiasis
intestinal parasitaria, etc. Que pueden originar “falsas” diabetes por
diversos motivos, como el deterioro químico de la insulina contaminada
por los desechos metabólicos tóxicos de estos gérmenes, que pueden estar
en el páncreas o no. Bueno, pues según Goiz el tratamiento adecuado con
los imanes en el par duodeno–riñón permite la alteración del nivel
patógeno de los microorganismos y, por tanto, la resolución de la
enfermedad.
Por su parte, el Par Biomagnético para el tratamiento de la hepatitis B
es pleura–hígado... en el hemisferio norte. Y es que ¡la polaridad
varía en función del hemisferio de la Tierra en el que uno habite! La
pleura soporta la polaridad negativa-alcalina y el hígado la
positiva-ácida; esto quiere decir que el virus responsable de la
patología se ubica en el hígado y la bacteria que hace resonancia y lo
activa en la pleura. Bien, pues el adecuado tratamiento convertiría al
paciente en un portador del virus asintomático.
Otro ejemplo: Goiz asegura tratar el Sida con magníficos resultados
mediante la aplicación de imanes en el par timo-recto. En el par
positivo-ácido (recto) se aloja el virus VIH y con él hace resonancia la
bacteria E-Coli presente en el polo negativo-alcalino (timo). Y Goiz
asevera que es precisamente la bacteria la que activa el timo causando
la inmunodeficiencia que termina por producir el conjunto de síntomas
conocido como Sida. En un organismo en el que, por el contrario, las
posiciones estuvieran invertidas el VIH se encontrará presente en un
timo alcalinizado y la E-coli en un recto acidificado... con lo que
existirían alteraciones del sistema digestivo -diarrea, gases, etc.-
pero no se darían las condiciones para la aparición del síndrome.
Siguiendo con los tratamientos de Goiz, en la familia de “enfermedades”
que constituyen los distintos tipos de reumatismo, artritis o artrosis
los desechos liberados por diversos microorganismos serían los
encargados de atacar la membrana sinovial que cubre el cartílago de las
articulaciones produciendo así inflamación, luego degeneración y
finalmente graves deformaciones. Pues bien, Goiz afirma que al tratar el
reumatismo articular en el par nervio inguinal derecho–articulaciones
se consigue no sólo un efecto analgésico y una disminución de la
inflamación y del tiempo de reparación de los tejidos dañados.
Obviamente según la teoría del Par Biomagnético muchos otros
microorganismos son los causantes de enfermedades de difícil abordaje
para la medicina alopática como algunos tipos de Parkinson, Alzheimer,
esclerosis múltiple, psoriasis, etc., que estarían especialmente
causadas por virus fármaco-resistentes. Y todos ellos pueden ser
reforzados en su efectos patógenos -tal y como sostiene también la
doctora Ulda Clark- por otras sustancias tóxicas como
metales pesados –el mercurio de las amalgamas, plomo, aluminio, etc.-,
algunos conservantes, colorantes, drogas, pesticidas y otras sustancias
presentes en los alimentos industrializados.
Recordemos que la toxicidad aumenta la acidificación del órgano -el
ambiente donde mejor se desarrollan los virus- al tiempo que el
desequilibrio provoca que en el otro polo del par el ambiente
progresivamente alcalino permita la acción de las bacterias lo que,
según Goiz, completa el círculo que pone en marcha la acción tóxica de
los virus. Razón por la cual para volver al equilibrio inicial es de
especial importancia la aplicación de imanes naturales en los pares
biomagnéticos.
Lo aquí expuesto no es, como el lector podrá suponer, más que una
simple introducción a la Teoría del Par Biomagnético. Es mucho lo que
queda por desarrollar: los distintos pares, los ejes magnéticos
presentes en el ser humano, la importancia de los ejes según los
hemisferios de la Tierra... Todo un campo de estudio que se abre ante
quienes están interesados en la influencia de los campos magnéticos en
la salud. Aunque lo realmente importante de la misma es que su
aplicación es sencilla, carece de contraindicaciones y es fácil de
comprobar en sus resultados.Probablemente el Biomagnetismo no sirva para
curarlo todo pero el porcentaje de alivio y mejoría que los pacientes
experimentan es lo suficientemente notable como para justificar su
conocimiento y uso, idealmente en conjunción con otras terapias que, en
combinación con el área emocional, ayuden a elevar las defensas del
sistema inmune..