La familia calasancia, con actitud humilde y agradecida, se autodefine como obra de Dios y del afortunado atrevimiento y tesonera paciencia de San José de Calasanz. Bajo el soplo del Espíritu, San José de Calasanz se entregó en cuerpo y alma a la educación cristiana de los niños, especialmente de los pobres, en espíritu de inteligencia y piedad.
Calasanz, inspirado intérprete de los signos de su tiempo, fundó un Instituto clerical que la Iglesia reconoció y recibió en su seno como Orden de las Escuelas Pías. De este modo creó una Escuela Nueva, primer modelo en la historia de formación integral, popular y cristiana, como medio para liberar a los niños y jóvenes de la esclavitud de la ignorancia y el pecado.