En mi casa siempre fue muy importante que la comida fuera sabrosa.
Mi padre, que había abierto su propia granja porcina a mediados de los años 60 y se dedicaba a la cría y venta de cerdos, disfrutaba explicándonos, mientras cenábamos en familia, qué parte del animal nos estábamos comiendo ese día y cuáles eran sus propiedades nutritivas.
Y, por mucho tiempo, yo creí que todos los vendedores eran como él.
Pero cuando mi mujer y yo tomamos las riendas del negocio familiar en el año 2005, descubrimos que no todos los comercios sabían tanto de los alimentos que ponían a la venta, y que no siempre vendían sus mejores productos.
Así que, algún tiempo después, y apoyándonos en los conocimientos heredados de mi padre, decidimos abrir dos locales y empezar a vender nuestros productos gourmet de primera calidad. Productos que conocemos desde su origen.
La mayoría de ellos -el jamón, los embu...
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